martes, 19 de julio de 2011

Ahí viene la Tulivieja

Ahí viene la Tulivieja


  En nuestros pintorescos pueblos interioranos, con calles perfumadas de jazmines y heliotropos, solían contarse en los portales, en los parques y atrios de la iglesia, cuentos y leyendas, producto de la imaginación de los abuelos y de los "chuscos" del pueblo, para los niños ingenuos que vivían como una realidad estos relatos. La leyenda de la Tulivieja llenaba de terror y miedo, especialmente a los niños desobedientes y mal portados, cuando se les decía:"Ahí viene la Tulivieja", nadie se atrevía a ir solo por los campos o lugares apartados, especialmente en las noches oscuras.
Cuentan que en una de esas noches lluviosas, llenas de misterio y sombras, un espíritu maligno se encarnó en el alma de una bella joven del pueblo que se había enamorado de un apuesto muchacho del lugar. Producto de ese gran amor, nace un inocente niño y la joven lo lleva al río y lo ahoga para evitar que su familia y la gente del pueblo se enteren de su gran pecado.
Dios, que todo lo sabe, con su poder omnipotente, le impone un castigo ejemplar: convierte a la hermosa mujer en un monstruo, La Tulivieja, desfigurando su cuerpo y rostro, con larguísimos y gruesos cabellos que le cuelgan de la cara, espeluznantes garras, por manos, y enormes patas de caballo por piernas y su cuerpo lleno de pelos como un gato.
La Tulivieja paga su pecado recorriendo los ríos, llamando a su hijo con desgarradores gritos de desesperanza, quizás deseando que la escuche. Pero su castigo será eterno.
Se dice que en las noches estrelladas y de luna llena, La Tulivieja recobra su figura de bella mozuela y se ve reflejada en las cristalinas aguas del río. Se contempla extasiada, pero la magia se rompe cuando dentro de la espesura siente la presencia de alguien que la mira embelesado con su belleza. Entonces se convierte nuevamente en el horrible monstruo, y así La Tulivieja seguirá por los siglos, recorriendo los ríos, clamando por ese hijo que perdió para siempre.
Leyenda panameña de autor desconocido.
Tomado de Español 7, séptimo grado,página 76
 

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